Universidad Católica Boliviana "San Pablo"

19 2.1.2. Expulsión de los padres jesuitas La expulsión de los jesuitas, de todas las posesiones españolas, fue decretada por el Rey Carlos III, debido a las intrigas y presiones del reino de Portugal y la masonería por las concepciones sociales avanzadas y autonomistas de los misioneros. Esto privó a los pueblos indígenas de Mojos de una adecuada introducción a la “civilización”. Y permitió el inicio de su destrucción como pueblos. Con el fin del gobierno jesuítico, los mojeños empezaron un retroceso en sus formas nuevas de vida, es decir, en la “civilización” a la que habían sido introducidos. Las bases de la sociedad jesuítica se vieron afectadas en cuanto al pacto que realizaron con los sacerdotes permitiendo, a la larga, reiterados intentos de desconcentración, o mejor de rebelión, añorando su ancestral forma de vida caracterizada por la dispersión comunal y movilidad poblacional. Cuando los jesuitas salieron de la sabana entre 1767 y 1768 dejaban tras de sí una elástica cultura reduccional apoyada en sólidos cimientos. Las reducciones también conservaban una considerable base material. Sin embargo, cuando los jesuitas dejaron sus puestos fueron sucedidos por hombres de catadura diferente (Cf. BLOCK 1997: 181). Los misioneros de Mojos fueron reemplazados de inmediato por curas reclutados, en su mayoría, de las calles de Santa Cruz y de otros distritos de la Audiencia de Charcas, eran completamente ajenos a las virtudes de los jesuitas en el manejo espiritual y temporal de las reducciones (Cf. LIJERÓN 1998: 55). El historiador Gabriel René Moreno los definió así: Ignorantísismos y cruceños eran casi todos. Esto último quería entonces decir haraganes y a más orgullosos de su raza […] Los reemplazantes entraban de rondón turbando la armonía moral constituida desde un siglo atrás en esos

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