Universidad Católica Boliviana "San Pablo"
26 Advirtiendo esto vuestro gobernador desde la casa real donde se hallaba, BAJO CON LA ESCOPETA EN UNA MANO Y UNA PISTOLA EN LA OTRA en reunión de los eclesiásticos don Pedro José de Parada, don Felipe Santiago Cortés y don Francisco de la Roca, curas primeros de los pueblos de la capital, San Xavier y Trinidad más el administrador D. Crespo a contener el alboroto y a que no hiriesen como lo ejecutaron a algunos de los soldados canichanas y caciques que acompañaban al vuestro gobernador no consiguiéndolo en los últimos porque fugaron a sus pueblos (ROCA 1992: 29). De nada sirvieron las exhortaciones, ruegos y amenazas de Urquijo para calmar a la multitud enardecida. Les habló de Dios, la religión y el rey, y cuando oyeron esto último le respondieron: “mentira, no hay rey, el rey está muerto”. La insurrección se prolongó durante toda la noche. Al día siguiente apareció Pedro Ignacio Muiba exigiendo la presencia de Urquijo para ahorcarlo, a cuyo fin pusieron clavadas en media plaza dos palmas gruesas, una cuerda hecha firme de extremo a extremo de ellas, de bastante grosor y en medio su motón o garrucha asegurada; Muiba enseñaba un par de grillos y tocaba una campanilla. Sin poder calmarlos los curas, con sus exhortaciones, optaron por salvar la vida del Gobernador llevándolo refugiado a la iglesia. El 12 por la mañana Juan Maraza y Tomás Noe, caciques leales a Urquijo, rodearon el pueblo (Cf. ROCA 1992: 30). Los alzados, a su vez, convocaron a los loretanos encabezados por José Bopi quien pronto apareció con doscientos hombres armados, que llegaron a pie y a caballo. En vista de ello, Urquijo desde su escondite en el templo dio órdenes a Maraza y Noe de no entablar batalla y secretamente retornó a San Pedro. Se instaló entonces el gobierno indígena, permaneciendo al mando Pedro Ignacio Muiba, formulando ese mismo día una de las bases fundamentales del movimiento indígena de Mojos: “La tierra es nuestra por mandato de nuestros antepasados y nosotros seremos libres por nuestro propio mandato (Palabras de Pedro Ignacio Muiba, 12/10/1810; citado en ZABALA 2007:14). El gobierno indígena se mantuvo por el corto periodo de dos meses.
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