Universidad Católica Boliviana "San Pablo"

154 Respecto a la función cognitiva que es el resultado del funcionamiento de diferentes áreas intelectuales (pensamiento, memoria, percepción, comunicación, orientación, cálculo, comprensión), estas cambian con la edad. Si bien algunos conservan la mayoría de ellas como en su juventud, la mayoría sufre la disminución de algunas áreas cognitivas tales como las de aprender nueva información y ejecutar funciones motoras rápidas. La disminución de las funciones cognitivas durante el envejecimiento es uno de los aspectos que amenaza el bienestar e incluso la integridad personal; más aún si estos se ven asociados a enfermedad neurológicas degenerativas como Alzheimer o demencias. Revisando el contexto del Hogar San José se evidencia pese a existir varios espacios destinados a la actividad recreacional, no existen políticas internas integrales que favorezcan la actividad física y cognitiva de los internos. No existe una planificación o cronograma de actividades respecto a estos puntos, ya que no se cuenta con el número suficiente de personal para el desarrollo de actividades recreacionales; esto unido al escaso presupuesto que viene de donaciones de algunos voluntarios y del Gobierno. Por otra parte, muchos adultos mayores institucionalizados se hallan permanentemente aburridos por la monotonía en la que viven. Muchos de ellos no se adaptan al cambio de hábitos en su vida actual, se ve marcada indiferencia, inercia, no sienten motivaciones ni internas ni externas para realizar actividades y esto se ve descrito en la literatura. Así varios autores, han revelado que la institucionalización acelera el deterioro, aumenta el grado de dependencia debido a sentimientos de soledad por encontrarse separados de su núcleo familiar, mostrándose apáticos, poco participativos en las actividades programadas, con mayores factores de riesgo como sedentarismo, aislamiento. El comportamiento sedentario aumenta con la edad y es un importante factor de riesgo para trastornos que incluyen enfermedades del corazón, obesidad y diabetes; por lo tanto, un estilo de vida activo puede mejorar la salud física, mental y emocional (Cf. MORA et al., 2013).

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