Universidad Católica Boliviana "San Pablo"

9 Los ancianos prehistóricos no dejaron registro de sus actividades o pensamientos, sin embargo, su longevidad era motivo de orgullo para el clan, ya que eran considerados los depositarios del saber, la memoria que los contactaba con los antepasados. Asimismo, ejercían labores de sanación, de jueces y de educadores. En esas sociedades era común que aquellos que ejercían labores importantes les denominaran “ancianos”. “En otras palabras, la vejez representaba la sabiduría, el archivo histórico de la comunidad” (Trejo, 2001, p.109). A través de la historia la imagen del anciano era considerado como sabio, incluso ocupaba un lugar preponderante en el pensamiento de los pueblos mesoamericanos. Para la mayoría de los pueblos el anciano fue considerado como la persona que conocía la verdad y la transmitía a aquellos que se encontraban cerca de él, ya que en ellos se encontraba el recuerdo, el acto y la posibilidad del futuro, asimismo, eran considerados fundadores y tenían la cualidad de otorgar el poder, “sus palabras (…) se convertían en consejos que encauzaban el devenir de la vida, incluso de los mitos y de la historia. Sus arrugas representaban la experiencia de lo hecho, con el espejo del futuro, eran rasgos que evocaban y proyectaban”, por tanto, el papel que desempeñaban era sumamente importante no solo como consejeros y guías de ceremonias y rituales, ya que en ocasiones encabezaban la siembra de las cosechas, conocían el momento preciso en que se debía actuar y cuando era mejor dar paso a la calma. (Trejo, 2001, p.110). Desde el milenio II a. C., el viejo solitario es incluido entre los pobres, enfermos y lisiados de todas clases. De acuerdo con Quintanar (2000) existen “algunos indicadores de que en esta época existieron en Mesopotamia algunos hospitales de caridad dependientes de los templos que ofrecían asilo a algunos de los más desprotegidos (p.110). A partir del siglo III, la época de Nerón, los esclavos de edad avanzada que ya no podían realizar trabajos forzados eran liberados, o abandonados en la calle o cerca del templo de Esculapio. Los hospitales cristianos empezaron a ocuparse de los más necesitados. Durante la época de los romanos se hizo una diferencia entre ancianos (como individuos), y vejez (como etapa de la vida), el problema de la vejez se hace abstracto y simbólico, y el cristianismo no hace evolucionar mucho la condición del anciano; así, al anciano se le ve como un ser débil, y en los hospicios no se le diferenciaba de los mendigos, lisiados y enfermos. (Quintanar, 2000, p.110).

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